La importancia de los Tambores en las religiones Africanas

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El sonido tiene un alto contenido simbólico dentro de la Religión tradicional Africana. Los instrumentos musicales rituales tales como tambores u atabaques, agogo, campanillas, ase, etc., son utilizados ritualmente solos o en conjunto con otros elementos.
Los tambores son invocadores de los Òrìsà y promueven la comunicación entre el mundo natural y el paralelo, o mundo celestial.




Para los Yòrùbá, el sonido está al servicio de su dinámica estructura, y ello lo prueba el itan Ogbe iwori cuando asevera que un animal muerto grita mas que uno vivo.
Ogbe Iwori, hijo mayor de un sabio y respetado awo, desde muy niño asistía a su padre y de él aprendió rápidamente la interpretación del oráculo de Ifa.
A medida que el tiempo pasaba, su popularidad iba creciendo. Todos en el pueblo admiraba su gran memoria, la facilidad conque fluían de su boca las interpretaciones de cada odu, y el ingenio con que solucionaba las pequeñas cuestiones cotidianas cuando ayudaba a su padre en las prácticas de Ifa.
Su sagacidad, capacidad de liderazgo y gran inteligencia, lo convirtieron en el más joven Awo de la comarca.
Los ancianos opinaban que la grandiosidad de ese joven lo convertiría muy pronto en un joven maestro. Y así fue, de todos los lugares llegaban multitudes para solicitar los servicios del joven Awo, y gracias a el, Ilu-ajoji crecía, los mercados estaban repletos de gente que compraba todo cuanto sus habitantes ofrecían y la popularidad del joven creció a tal punto, que su casa se convirtió en el centro de las reuniones semanales de todos los Awo del lugar.
Cuando llegó la época del estival anual en el pueblo, el comité‚ de los Awo se reunió y propusieron ofrendar una cabra de tres años para la ceremonia; pero el joven Ogbe Iwori sugirió que a él le parecía mejor usar una cabra muerta para esa ceremonia, porque su berrido sería mas fuerte y melodioso que el de la cabra viva.
Los ancianos perplejos por las palabras del joven lo increparon duramente, pero éste, mantuvo su opinión y reclamó el derecho que le correspondía.
La discusión fue muy dura, hasta que llegaron a una decisión equitativa. Sugirieron al joven que él llevara al gran festival su cabra muerta, pero ellos ofrendarían como era tradición una cabra viva. Ogbe Iwori acepto la decisión.
Cuando los ancianos dejaron su casa, el joven Awo consultó a Ifa pidiendo ayuda para ese momento tan difícil de su vida, puesto que consideraba su propuesta digna de ese gran aseye, pero entendía que sus pares se negaban a abrirse a los cambios. Ifa respondió que lo ayudaría con mucho gusto siempre y cuando, antes de la ceremonia, sacrificara una cabra para él, la cuereara, dejara secar su piel y luego de bien seca, fabricara con ella un tambor. Ese tambor, debía ser llevado por el joven el día de la ceremonia.
Llegó por fin el día fijado, cada uno de los Awo llevo su cabra viva y todos, pidieron al joven que presentara su cabra muerta para probar así sus dichos, a lo que Ogbe Iwoi replicó que a su debido tiempo demostraría cómo y porque su cabra muerta sonaría más fuerte y melodiosa que todas las cabras a ofrendar.
Dio comienzo al festival, el Ajugbono pidió a todos que de acuerdo a la tradición, comenzaran la ceremonia ofrendando un cabrito para a Esu en primer lugar.
En cuanto los otros Awo realizaban la ofrenda a Esu, Ogbe Iwori comenzó a tocar muy lenta y cadenciosamente el tambor que había fabricado con la piel de la cabra que IFA le pidiera.
Una vez agasajado Esu, todos se dirigieron a la casa de Ifa para dar comienzo a la ceremonia principal, el silencio del camino fue roto por el sonido del tambor que con fuerza iba tocando el joven Awo.
Tal era la fuerza energética emanada de ese sonido, que todos los Awo comenzaron a danzar mientras marchaban hacia la casa de Ifa.
Cuando llegó el momento de las ofrendas, los ancianos le volvieron a reclamar al joven que trajera su cabra muerta, a lo que él les respondió que lo haría, pero luego que cada AWO ofrendara la suya.
Mientras la inmolación de cada animal era realizada, Ogbe Iwori seguía tocando su tambor, acompañando la melodía de las canciones tradicionales escritas para esas ofrendas y que eran cantadas por todos los presentes
La ceremonia era de una magnificencia soberbia, el sonido que salía de ese tambor, se escuchaba tan melodioso que todos olvidaron, mientras cantaban y danzaban a su son, la cabra muerta prometida por Ogbe Iwori.
Cuando cada uno terminó de realizar su ofrenda, el ojugbono le pidió al joven que entregara su cabra muerta para poder así completar la ceremonia. Asintiendo, Ogbe Iwori dejó su tambo en el suelo preguntando; -¿ qué voz suena más fuerte y melodiosa, la de la cabra viva, o mi tambor? -. Al unísono todos afirmaron que el sonido del tambor era más fuerte y concordante que el berrido de las cabras, pero le preguntaron por la cabra que él prometiera. Y respondió; - que a partir de hoy sonará en todos los festivales‚ está echo con la piel que extraje de la cabra que ofrende a Ifa en mi casa y con él, he acompañado todo el Ebo en su honor -.
Todos los presentes consintieron en que el joven tenía razón. REALMENTE, UNA CABRA MUERTA SUENA MAS FUERTE Y MELODIOSA QUE UNA VIVA, por lo tanto, en cada ASEYE futuro, los tambores sonarían para deleitar y engalanar la ceremonia.

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