El Enfoque de Orí en Nuestras Vidas según las Religiones Africanas.
En las religiones africanas y afro-descendentes, Dios, cuando asume el atributo de legislador supremo, lo hace como una gran inteligencia que ordena el cosmos, de ”proyectista” supremo de su creación, desarrollando una ética centrada en su propio proyecto creador.
Entre los yorubás, por ejemplo, Dios, nombrado por ellos como Olódùmarè , es considerado el Juez Supremo y también es llamado “Oba Adake Da Jo” – “El Rey que vive arriba y que ejecuta los juicios en silencio”, significando que él controla el destino de los hombres y la orden de la creación.
En las llamadas religiones africanas o afro-descendentes cada ser humano es distinguido de los otros por una creación que es esencialmente particular y eso se manifestó a través de la individualidad llamada orí.
Esa diferenciación es de naturaleza interior y nada en el plan de las apariencias físicas nos permite cualquier referencia de identificación de esas diferencias.
Orí es el Òrìsà, la divinidad personal, en toda su fuerza y grandeza.
orí es el primero en ser alabado en todos los momentos, representación particular de la existencia individualizada (la esencia real del ser).
Es el que guía, acompaña y ayuda a la persona antes del nacimiento, durante la vida y después de la muerte, dando la referencia a su jornada y asistiéndola en la ejecución de su destino.
Òrìsà personal de cada ser humano, con certeza él está más interesado en el logro y en la felicidad de cada hombre que cualquier otra divinidad.
De la misma manera, más que cualquiera, él sabe las necesidades de cada hombre en su caminada por la vida y, en los éxitos y fracasos de cada uno, teniendo los recursos apropiados y todos los indicadores que permiten la reorganización de los sistemas personales referentes a cada ser humano.
El concepto de orí es íntimamente conectado al concepto de destino personal y de las condiciones instrumentales del hombre para el logro de este destino.
Podemos notar que el entendimiento sobre el papel que Orí lleva a cabo en la vida de cada hombre es íntimamente relacionado a la fe en la predestinación – en la aceptación que el éxito o infortunio de cada hombre depende en larga escala del destino personal que él trae en la venida para el mundo.
Ese destino personal nosotros llamamos Kadara o Ipin y se entiende que el hombre lo recibe en el mismo momento en que escoge libremente el Orí con que vendrá para la tierra.
Se hacen muchas referencias a las relaciones entre
Orí y destino personal.
El destino descrito como Ipin Orí – la sina de Orí – puede ser dividido en tres partes: Akunleyan, Akunlegba y Ayanmo. Akunleyan es el pedido que usted hizo - lo que le gustaría específicamente durante su periodo de vida en la tierra: el número de años que usted querría pasar en la tierra, los tipos de éxito que usted espera obtener, los tipos de parientes que usted quiere.
Akunlegba son aquellas cosas dadas a un individuo para ayudarlo a lograr esos deseos.
Por ejemplo: un niño que quiere morirse en la niñez puede nacer durante una epidemia para garantizar su muerte.
Ayanmo es aquella parte de nuestro destino que no puede moverse: Nuestro género (sexo) o la familia en que nosotros nacimos, por ejemplo.
Ambos, Akunleyan y Akunlegba pueden modificarse sea para bueno o para malo, dependiendo de las circunstancias.
Así el destino descrito como Ipin Orí – Orí puede sufrir alteraciones debido a las acciones de personas malas llamadas como araye - los hijos del mundo, también llamadas Áiyé – el mundo o todavía, Elenini – implacables (amargos, sádicos, inexorables) enemigos de las personas. Como fue dicho.
nuestros Orí espirituales son por ellos propios subdivididos en dos elementos: Apari-Inu y Orí Apere.
Apari-Inu representa el carácter (la naturaleza), Orí Apere representa el destino.
Un individuo puede venir para la tierra con un destino maravilloso, pero si él viene con el carácter malo (la naturaleza), la probabilidad de la ejecución de ese destino se compromete severamente.
Nosotros vemos, entonces, que el destino también puede afectarse por el carácter de la persona.
Un destino bueno debe sostenerse por un carácter bueno.
Esto es como una divinidad: si bien alabado concede su protección.
Así, el destino humano puede estropearse por la acción del hombre. Iwa Re Laye Yii Ni Yoo Da O Lejo, es decir, -” Su carácter, en la tierra, proferirá sentencia contra usted”.
El nombre Ipin está igualmente asociado a Òrúnmìlà, conocido como Eleri-Ipin - el Señor del Destino y que es aquel que estaba presente en el momento de la creación, conociendo todos los Orí, asistiendo al compromiso del hombre con su destino, los objetivos de cada uno en el momento de su venida para el Áiyé, el mundo visible, el programa particular de desarrollo de cada ser humano y sus instrumentos para la ejecución de ese programa.
Òrúnmìlà
conoce todos los destinos humanos y Él intenta ayudar los hombres a trillar sus verdaderos caminos.
Tenemos, así, que uno de los papeles más importantes de Òrúnmìlà respecto al hombre, además de ser el intérprete de la relación entre las divinidades y el hombre, es el de ser el intermediario entre cada uno y su Orí, entre cada hombre y los deseos de su Orí.
En los momentos de crisis, la Consulta al oráculo de IFA permite el acceso a las instrucciones con respecto a los procedimientos deseables, siendo considerado buenos los procedimientos que no entran en discordancia con los propósitos de Orí.
El ser que ejecuta integralmente su Ipin-Ori (destino de Ori), madurece para la muerte y recibiendo los ritos fúnebre apropiados, alcanza la condición de ancestral al pasar del Áiyé, el mundo visible, para el Òrun, mundo invisible.
¿Si nosotros dijéramos que, en las religiones africanas o afro-descendentes, Dios no asume ese papel de legislador de la moral y de los hábitos, de regulador de las relaciones sociales o, particularmente, de las relaciones entre los hombres, quien de hecho define esa estructura de valores?
¿Quién establece y controla los valores éticos y morales permanentes que regulan las relaciones humanas?
El principio de senioridad que penetra todas las relaciones sociales, familiares y las relaciones educativas en las varias culturas africanas también establecen los hábitos y organizan los modelos éticos que regulan todas las relaciones dentro de la sociedad.
Los ancestrales, memoria permanente alabada en los grupos familiares y sociales, y los ancianos son, de este modo, las personas responsables por esta orden viva de regulación, siendo interesante observar que, humano que es el establecimiento y mando de los modelos, esos valores siempre son cambiables y sujeto a cambios que acompañan la modernidad o la demanda de cada momento histórico.
Tenemos entonces que esos patrones ético y morales, incluso los usos y hábitos, siempre serán mas o menos estructurados y rígidos según el grado de flexibilidad, de desarrollo y/o la permeabilidad cultural de las generaciones anteriores.
Etimológicamente la palabra Orí proveniente del idioma Yorubá, significa “Cabeza”, espiritualmente Orí significa mucho más que la región del cuerpo humano a la que llamamos cabeza.
Para los Yorubá tradicionales Orí es el Òrìsà más importante en la vida de los hombres.
Los practicantes de la diáspora tradicional entendemos que en Orí se encuentra la esencia de Olódùmarè, la porción de dios que portamos cada uno de nosotros.
Es Orí el único Òrìsà que ha de acompañar a su devoto en el largo viaje atravesando el mar sin retorno, cuenta IFA , haciendo hincapié en que Orí es el Òrìsà del hombre por excelencia y aquel a quien le importa sobremanera lo que nos suceda, dado que nuestra felicidad o grado máximo de plenitud a ser gozado en nuestra vida terrena se encuentra almacenado en los niveles de conciencia de Orí .
Es muy común en las tradiciones de Òrìsà en América, que se confunda al Eleda (Òrìsà custodió de Orí) con Orí.
Sucede que ambos dos reciben sus fundamentos en la misma región del cuerpo humano, con la diferencia que los Ebora o Irúnmolè son los Òrìsà que proporcionan apoyo y cuidado a nuestro Orí para que éste en el tránsito por la tierra cumpla con lo estipulado en su destino.
Cuenta Ifá en el Odú Otura Meji
Ko si Òrìsà ti da nigbe leyin Orí eni.
No existe un Òrìsà que apoye al hombre más que su propio Orí.
Orí es el portador de nuestro destino, aquel que nosotros mismos hemos escogido en la instancia en la que nos arrodillamos en el Òrun para solicitarle a Ijala Mopin, el modelador de las cabezas con destinos, que nos diera una buena cabeza.
La predestinación en Yorubá / Ifá, es conocido como àyánmo (la opción) , ìpín (Destino), Kàdàrá (la porción divina que dios nos ha dado a los hombres), ìpòrí (la cabeza interna y su gemela en Òrun).
Cualquiera sea el nombre que le sea dado, siempre es asociado a la existencia de Ori Inu la cabeza interna portadora de todos los conocimientos de nosotros mismo, y de nuestro mejor destino.
En un itan de Ifá Òrúnmìlà dice, que habría de crear a sus hijos (la humanidad) como seres individuales, que a los Orí de cada uno le daría facultades diferentes y que solo el sabría el porque daría a cada cual, tal rol o facultad; continúa diciendo IFA que sería nuestra habilidad el que nos relacionemos para que cada uno de nosotros en conjunción y funcionando en paralelo con los demás formemos un cuerpo único, y una estructura en funcionamiento diversificado y funcional.
Explica así Òrúnmìlà, que es inútil perseguir el destino o la vida de otros, creyendo que tal ves si estuviéramos viviendo lo que vive ese otro nuestra vida sería más llena de dicha o amor, pues IFA enseña que cada uno nació para ejercer una función especifica, que la función de cada uno es muy importante en lo que refiere a los engranajes de un gran macro sistema comunal.
Aquel que nació para ser sacerdote que lo sea, y quien nació para ser arquitecto que lo sea y que estos dos casos no cambien de vida de uno por el otro porque ninguno acabará siendo realmente feliz.
Dice la tradición Yoruba que el éxito o el fracaso en la vida de una persona esta íntimamente ligado a la cabeza que escogió en el cielo.
Por lo tanto IFA enseña a sus hijos y a los sacerdotes Tradicionalistas del culto Òrìsà, la adecuada alimentación de la cabeza de los hombres para provocar reestructuraciones o fortalecimientos en Orí y como apoyar a este a encontrar los caminos de la buena vida o lo que deberíamos llamar correctamente los caminos propicios para encontrar la mejor buena vida para cada uno de nosotros, y no como solemos engañarnos y caer en errores , buscando afanosamente prototipos de vidas por imitación que muchas veces nos hacen perder un tiempo precioso, en el cual podríamos todos invertir energía en potenciar nuestro mejor destino y alcanzar más próximo la felicidad deseada.
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