#PortalAfricanista Sus pasajes son: Iemanjá Bocí (sincretismo: Nuestra Señora de los Navegantes), Iemanjá Bomí (Stella Maris), Nana Burukú (Santa Ana).. Está ataviada con un gran vestido de raso azul celeste, lleva un collar de perlas; la luna y las estrellas son sus aliadas.
Se le atribuye la respetuosa condición de ser la madre de una gran mayoría de Orixás. Según el diccionario de Cultos Afro-Brasileros sus descendientes son: Dadá, Xango, Ogun, Olokum, Oloxá, Iansa, Oxúm, Obá, Orixico, Oke, Obaluaie, Orurn (Sol), Oxupá (Luna), Oxóssi y Ajé Xalungá.
Es la Reina de las aguas, y aunque es la diosa de las aguas saladas también está asociada a los ríos
Sus hijos no son los únicos que le rezan, en el ritual de ofrendas de presentes que se le hacen en el mar, la morada de la diosa, participan todo tipo de personas, incluso las que no tienen relación con las manifestaciones religiosas afro-brasileras.
Representa a la Madre severa y protectora, a la matrona de formas opulentas y con muchos hijos. Afable, dulce, un poco rígida y con una relación sumamente maternal con todos la que la rodean. Como buena matriarca siempre está intentando influir en el destino de todos aquellos que están bajo su responsabilidad. No tolera la mentira, la ofensa y menos aun la traición y da gran importancia a la amistad, la rectitud, la jerarquía y el respeto.
Comparte con Oxúm el poder de la gestación y la procreación. Gobierna sobre las familias, creando los vínculos necesarios para que permanezcan unidas y en armonía.
En Brasil, Iemanjá es una de las protectoras esenciales, esta sincretizada con Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción y su fiesta se celebra el 8 de diciembre. Vela por todos los brasileños. Por todos lo que ha debido atravesar el Océano para ir a vivir a Brasil. Su importancia procede sin duda de que gracias a ella los esclavos africanos no perecieron en las bodegas de los negreros. Los esclavos morían por centenares antes de llegar a América. Todos los que se libraron de la muerte, lo primero que hicieron, al desembarcar en tierra firme, fue erigir un altar a la diosa del mar para agradecerle que no les hubiera llamado junto a ella.
Si te paseas por las playas brasileñas por la noche, veras centenares de velas ardiendo en honor de la diosa: los fieles que buscan su protección las han encendido.
En el día de su fiesta todos los terreiros se dirigen al lado del mar para rendirle homenaje. Durante toda la noche, en la arena de las playas, le hacen sus alabanzas, le dan las gracias y le piden que no los abandone. Le ofrecen presentes y se frotan con su agua.
El collar de sus hijos está hecho de perlas de cristal transparentes. Le gusta todo lo que brilla: los diamantes, el nácar, el cristal… Es, por supuesto, patrona de los pescadores.
Cuando sus hijos quieren hacerle un regalo, cuando tienen una petición especial que formular, compran en una casa de Umbanda un pequeño barco pintado en plata, con una vela de metal coronada con una bandera. En el interior del barco colocan lo mejor que pueden: flores blancas, un pequeño frasco de perfume, una pastilla de jabón, un espejo, un peine, cigarrillos rubios…Todo lo que puede complacer a una mujer. Estiban en la barca todo con cintas de raso azules y blancas. Se dirigen por la noche a la playa y echan su pequeña embarcación al agua. Si la diosa acepta el presente, una ola se traga inmediatamente la barca y la hace desaparecer. Se adivina entonces que el deseo será satisfecho. Si la barca vuelve a encallarse en la arena, significa que la petición ha sido rechazada, que la diosa está irritada; es una mala señal. A veces, la diosa se apodera de los presentes y solo devuelve uno a la arena: el espejo, o el jabón, o cualquier otro; no hay que inquietarse: esto puede significar simplemente que la diosa juzga este presente superfluo; pero el deseo será igualmente satisfecho.
Iemanjá es una diosa extraña, a veces inquietante. Ama a sus hijos hasta el punto de atraérselos a la fuerza. Es conocido el caso de una hija que le era particularmente fiel. El mar la obsesionaba. Lo soñaba a veces por la noche. Se despertaba sobresaltada y llorando decía a su marido: “Mi Madre me llama, debo ir allí”. No podía pasearse al lado de la playa sin sentir el deseo de bañarse. Un día desapareció. En su cama había una carta escrita para su marido, Decía así: “la llamada se hizo demasiado fuerte. Mi Madre me reclama a su lado. No puedo resistir más. Voy a nadar hasta alta mar para encontrarla”.
Los hijos de Iemanjá no deben nunca adentrarse demasiado en el mar.
Iemanjá es muy exclusiva en su amor. Éste puede ser cruel a veces.
Símbolo: la luna, las estrellas, un abanico (abebé) de plata o de latón plateado, redondeado y con un pez o una sirena en el centro.
Planeta: Venus.
Elemento: agua.
Chakra: Primero, Segundo, Tercero.
Numero: 8. También se utilizan 4, 8, 12, 16…
Color: azul celeste. Para Nana Burukú lila muy claro.
Saludo: omio odo.
Ofrendas: Cangiga blanca en forma de estrella de ocho puntas. Comidas: platos preparados a base de maíz blanco, aceite, cebolla y sal. Miel, perejil coco. Flores: claveles blancos, rosas blancas, jazmín, lirios, azucenas, orquídeas blancas, flores de azahar, magnolias, hortensia. Animales: Chiva, gallina blanca, palomas blancas. Objetos: remo, timón, ancla, pescado, alianza, bucios, caracoles de todas clases, monedas, peine, espejo, corazón.
Frutas que le pertenecen: coco, uva blanca, sandia, pera, caña de azúcar, cereza.
Hierbas que le pertenecen: lavanda, verbena, albahaca, menta, azahar, mejorana vid, palmera de coco, peral, cerezo.
Metales: plata, estaño.
Espíritus de la naturaleza que gobierna: sirenas, ondinas, pejemulleres.
Partes del cuerpo que le pertenecen: Vesícula, hígado, testículos, cabello, brazos, huesos de los brazos, huesos de la cintura pélvica.
Lugares de despacho: en la orilla del mar o de los ríos o dentro del agua.
Se le atribuye la respetuosa condición de ser la madre de una gran mayoría de Orixás. Según el diccionario de Cultos Afro-Brasileros sus descendientes son: Dadá, Xango, Ogun, Olokum, Oloxá, Iansa, Oxúm, Obá, Orixico, Oke, Obaluaie, Orurn (Sol), Oxupá (Luna), Oxóssi y Ajé Xalungá.
Es la Reina de las aguas, y aunque es la diosa de las aguas saladas también está asociada a los ríos
Sus hijos no son los únicos que le rezan, en el ritual de ofrendas de presentes que se le hacen en el mar, la morada de la diosa, participan todo tipo de personas, incluso las que no tienen relación con las manifestaciones religiosas afro-brasileras.
Representa a la Madre severa y protectora, a la matrona de formas opulentas y con muchos hijos. Afable, dulce, un poco rígida y con una relación sumamente maternal con todos la que la rodean. Como buena matriarca siempre está intentando influir en el destino de todos aquellos que están bajo su responsabilidad. No tolera la mentira, la ofensa y menos aun la traición y da gran importancia a la amistad, la rectitud, la jerarquía y el respeto.
Comparte con Oxúm el poder de la gestación y la procreación. Gobierna sobre las familias, creando los vínculos necesarios para que permanezcan unidas y en armonía.
En Brasil, Iemanjá es una de las protectoras esenciales, esta sincretizada con Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción y su fiesta se celebra el 8 de diciembre. Vela por todos los brasileños. Por todos lo que ha debido atravesar el Océano para ir a vivir a Brasil. Su importancia procede sin duda de que gracias a ella los esclavos africanos no perecieron en las bodegas de los negreros. Los esclavos morían por centenares antes de llegar a América. Todos los que se libraron de la muerte, lo primero que hicieron, al desembarcar en tierra firme, fue erigir un altar a la diosa del mar para agradecerle que no les hubiera llamado junto a ella.
Si te paseas por las playas brasileñas por la noche, veras centenares de velas ardiendo en honor de la diosa: los fieles que buscan su protección las han encendido.
En el día de su fiesta todos los terreiros se dirigen al lado del mar para rendirle homenaje. Durante toda la noche, en la arena de las playas, le hacen sus alabanzas, le dan las gracias y le piden que no los abandone. Le ofrecen presentes y se frotan con su agua.
El collar de sus hijos está hecho de perlas de cristal transparentes. Le gusta todo lo que brilla: los diamantes, el nácar, el cristal… Es, por supuesto, patrona de los pescadores.
Cuando sus hijos quieren hacerle un regalo, cuando tienen una petición especial que formular, compran en una casa de Umbanda un pequeño barco pintado en plata, con una vela de metal coronada con una bandera. En el interior del barco colocan lo mejor que pueden: flores blancas, un pequeño frasco de perfume, una pastilla de jabón, un espejo, un peine, cigarrillos rubios…Todo lo que puede complacer a una mujer. Estiban en la barca todo con cintas de raso azules y blancas. Se dirigen por la noche a la playa y echan su pequeña embarcación al agua. Si la diosa acepta el presente, una ola se traga inmediatamente la barca y la hace desaparecer. Se adivina entonces que el deseo será satisfecho. Si la barca vuelve a encallarse en la arena, significa que la petición ha sido rechazada, que la diosa está irritada; es una mala señal. A veces, la diosa se apodera de los presentes y solo devuelve uno a la arena: el espejo, o el jabón, o cualquier otro; no hay que inquietarse: esto puede significar simplemente que la diosa juzga este presente superfluo; pero el deseo será igualmente satisfecho.
Iemanjá es una diosa extraña, a veces inquietante. Ama a sus hijos hasta el punto de atraérselos a la fuerza. Es conocido el caso de una hija que le era particularmente fiel. El mar la obsesionaba. Lo soñaba a veces por la noche. Se despertaba sobresaltada y llorando decía a su marido: “Mi Madre me llama, debo ir allí”. No podía pasearse al lado de la playa sin sentir el deseo de bañarse. Un día desapareció. En su cama había una carta escrita para su marido, Decía así: “la llamada se hizo demasiado fuerte. Mi Madre me reclama a su lado. No puedo resistir más. Voy a nadar hasta alta mar para encontrarla”.
Los hijos de Iemanjá no deben nunca adentrarse demasiado en el mar.
Iemanjá es muy exclusiva en su amor. Éste puede ser cruel a veces.
Símbolo: la luna, las estrellas, un abanico (abebé) de plata o de latón plateado, redondeado y con un pez o una sirena en el centro.
Planeta: Venus.
Elemento: agua.
Chakra: Primero, Segundo, Tercero.
Numero: 8. También se utilizan 4, 8, 12, 16…
Color: azul celeste. Para Nana Burukú lila muy claro.
Saludo: omio odo.
Ofrendas: Cangiga blanca en forma de estrella de ocho puntas. Comidas: platos preparados a base de maíz blanco, aceite, cebolla y sal. Miel, perejil coco. Flores: claveles blancos, rosas blancas, jazmín, lirios, azucenas, orquídeas blancas, flores de azahar, magnolias, hortensia. Animales: Chiva, gallina blanca, palomas blancas. Objetos: remo, timón, ancla, pescado, alianza, bucios, caracoles de todas clases, monedas, peine, espejo, corazón.
Frutas que le pertenecen: coco, uva blanca, sandia, pera, caña de azúcar, cereza.
Hierbas que le pertenecen: lavanda, verbena, albahaca, menta, azahar, mejorana vid, palmera de coco, peral, cerezo.
Metales: plata, estaño.
Espíritus de la naturaleza que gobierna: sirenas, ondinas, pejemulleres.
Partes del cuerpo que le pertenecen: Vesícula, hígado, testículos, cabello, brazos, huesos de los brazos, huesos de la cintura pélvica.
Lugares de despacho: en la orilla del mar o de los ríos o dentro del agua.
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