INTRODUCCIÓN Del manuscrito Add. 10 862, La Clave de Salomón,

#PortalAfricanista En algunos lugares he sustituido la palabra Azoth por “Alfa y Omega”. Por ejemplo, en
la hoja del cuchillo de mango negro, de la figura 62. Quiero hacer notar que la espada
mágica puede usarse en muchos casos en lugar del cuchillo.
En conclusión sólo mencionaré, para beneficio de los no hebraístas, que el hebreo se
escribe de derecha a izquierda, y por su naturaleza consonántica requiere menos letras que
el inglés para decir la misma palabra.
Aprovecho la oportunidad para expresar mis agradecimientos al doctor Wynn Wescott
por la valiosa asistencia que me ha dado en la reconstrucción del hebreo de los pantáculos.
S. LIDELL MACGREGOR MATHERS
Londres, octubre de 1888
DISCURSO PRELIMINAR
Del manuscrito Lansdowne 1203, Las verdaderas clavículas de Salomón, traducidas del
hebreo a la lengua latina
por Rabí Abognazar’
Todos en la actualidad sabemos que desde tiempo inmemorial Salomón poseía un
conocimiento inspirado por las sabias enseñanzas de un ángel, quien se le apareció muy
sumiso y obediente, que además del presente de sabiduría
• que él pidió, obtuvo profusamente todas las otras virtudes; lo cual sucedió para que el
conocimiento digno de preservación eterna no se enterrara con su cuerpo. Estando,
por así decirlo, cerca de su fin, dejó a su hijo Roboam un testamento que contenía
toda (la sabiduría) que había poseído antes de su muerte. Los rabinos, que tuvieron
el cuidado de cultivar (el mismo conocimiento) después de él, llamaron a este
testamento la Clavícula o Clave de Salomón, la cual hicieron grabar en (pedazos
de) corteza de árboles, para que pudiera ser preservada en el templo que aquel
sabio rey había mandado construir.
Este testamento fue traducido en tiempos antiguos del hebreo a la lengua latina por
Rabí Abognazar, que lo llevó con él a la ciudad de Arles, en Provenza, donde por un
golpe dç buena fortuna la Clavícula hebrea antigua, es decir, esta preciosa traducción de
ella, cayó en manos del Arzobispo de Arles, después de la destrucción de los judíos en
esa ciudad, quien del latín la tradujo a la lengua vulgar, en ios mismos términos que aquí
siguen, sin haber cambiado o añadido nada a la traducción original del hebreo.
INTRODUCCIÓN
Del manuscrito Add. 10 862, La Clave de Salomón,
• traducida al latín del idioma hebreo
—Atesora ¡ oh hijo mío Roboam! la sabiduría de mis palabras, viendo que yo, Salomón,
la he recibido del Señor.
Entonces contestó Roboam y dijo: ¿ Cómo he merecido seguir en tales cosas el ejemplo
de mi padre Salomón, quien ha sido encontrado digno de recibir el conocimiento de todas
las cosas vivientes por (las enseñanzas de ) un ángel de Dios?—. Y Salomón dijo: —
Escucha ¡ oh hijo mío! y recibe mis enseñanzas, y aprende las maravillas de Dios. Pues,
cierta noche, cuando me acostaba a dormir, invoque el mas santo nombre de Dios, Iah, y
rogué por la sabiduría inefable, y cuando empezaba a cerrar los ojos, el ángel del Señor, el
mismo Homadiel, aparecio ante mi, me habló muchas cosas cortesmente, y dijo “Escucha,
Salomon’ la oración ante el Altísimo no es en vano, y como tu no has pedido larga vidá ni
grandes riquezas, ni las almas de tus enemigos sino sabiduria para impartir justicia, esto
dijo el Señor De acuerdo con tu palabra, te he dado un corazón sabio y comprensivo, de tal
manera que antes de ti no hubo ninguno igual, ni surgirá uno igual en lo futuro»”.
—Y cuando comprendi el discurso dirigido a mi, entendi que en mí estaba el
conocimiento de todas las criaturas, tanto de las cosas que están en los cielos como de las
cosas que están bajo ellos, y vi que todas las escrituras y la sabiduria de esta edad presente
eran vanas y fútiles, y que ningún hombre era perfecto. Y compuse cierta obra en la que
refiero el secreto de los secretos, y en la que los he preservado ocultos, y también he
ocultado en ella todos los secretos de las artes mágicas de muchos maestros; y
principalmente todos los secretos y experimentos de estas ciencias que de una forma u otra
son dignos de realizarse. También los he escrito en esta Clave, para que de la misma
manera que una llave abre el cofre de un tesoro, de la misma manera esta (Clave) sola
pueda abrir el conocimiento y entendimiento de las artes mágicas y de las ciencias.
—Por esto, ¡ oh hijo mío! puedes ver cada experimento mío o de los demás, y que todas
las cosas sean apropiadamente preparadas para ellos, como puedes ver todo preparado
adecuadamente por mí, tanto día como noche, con todas las cosas necesarias; ya que sin
esto sólo habrá falsedad y vanidad en este mi trabajo; donde se ocultan todos los secretos y
misterios que pueden realizarse; y lo que está (puesto) de acuerdo a una sola adivinación o
experimento, lo mismo pienso yo, para todas las cosas concernientes al universo, y que han
sido y que serán en tiempo futuro.
—Por lo tanto, ¡ oh hijo mío Roboam! te ordeno, por la bendición que esperas de tu
padre, que hagas un cofre de marfil y en él pongas, guardes y escondas esta mi Clave, y
cuando yó haya pasado a reunirme con mis padres, te ruego lo pongas en mi sepulcro, sobre
mí, para que en otro tiempo no pueda caer en manos de los malvados---. Y como lo ordenó
Salomón, así fue hecho.
Y cuando, por lo mismo, (los hombres) habían esperado mucho tiempo, vinieron al
sepulcro ciertos filósofos de Babilonia, y cuando se hubieron reunido formaron consejo y
decidieron que un cierto número de hombres renovaran el sepulcro en su honor (de
Salomón), y cuando el sepulcro se excavó y fue reparado, fue descubierto el cofre de
marfil, y que dentro de él estaba la Clave de los Secretos, la cual tomaron con mente
regocijada, y cuando la abrieron ninguno de ellos pudo entenderla, por la oscuridad de las
palabras y su disposición oculta, y el carácter encubierto del sentido y el conocimiento, ya
que no eran merecedores de poseer ese tesoro.
Por esto, con el tiempo surgió uno entre los hombres más digno (que los otros) tanto a la
vista de los dioses como por razón de su edad, que fue llamado lohé Grevis, 1 y dijo a los
demás: “A menos que vengamos y pidamos la interpretación al Señor, con lágrimas y
ruegos, nunca llegaremos al conocimiento de esto”. Luego, cuando todos ellos se habían
retirado a dormir, lohé, cayendo de cara a la tierra, comenzó a llorar, y golpeando su pecho,
dijo:
¿ Qué he merecido (sobre los demás), viendo que tantos hombres no pueden interpretar
ni entender este conocimiento, aun cuando no hubiera algo secreto en la naturaleza que el
Señor hubiera ocultado de mí? ¿ Por qué son estas palabras tan oscuras? ¿ Por qué soy tan
ignorante?”
Y luego, sobre Eus rodillas dobladas, levantando las manos al cielo, dijo:
“¡ Oh Dios, el creador de todo, tú que sabes todas las cosas, que diste tan grande
sabiduría á Salomón, el hijo del rey David, concédeme, te suplico, oh Santo Omnipotente e
inefable Padre, el recibir la virtud y la sabiduría, para que con tu ayuda sea merecedor de
alcanzar el entendimiento de esta Clave de Secretos!”
E inmediatamente apareció ante mí 2 el ángel del Señor diciendo: “Recuerda que si los
secretos de Salomón aparecen ocultos y oscuros para ti, es porque el Señor lo ha deseado
así, para que tal sabiduría no caiga en manos de los malvados; por lo tanto, ¿juras ante mí
que no estás deseando que tal sabiduría llegue nunca a cualquier criatura viviente, y que si
la revelas a los demás les harás saber que deben guardarla para ellos mismos, pues de otra
manera los secretos son profanados y no pueden tener ningún efecto?”
E lohé contestó: “Juro ante ti que no las revelaré, excepto para el honor del Señor, y con
mucha disciplina, a (personas) penitentes, creyentes y discretas”.
• Entonces contestó el ángel: “Ve y lee la Clave, y las palabras que eran oscuras se
manifestarán ante ti”.
Después de esto el ángel ascendió a los cielos en una lengua de fuego. Entonces lohé estuvo
contento, y trabajando con mente clara, entendió lo que el ángel del Señor le había dicho; y
vio que la Clave de Salomón había cambiado, de tal manera que apareció clara ante él en
todas sus partes. E lohé entendió que esta obra podía caer en manos de ignorantes, y dijo:
“Conjuro a aquel en cuyas manos este secreto pudiera caer, por el poder del creador y su
sabiduría, que en todas las cosas que pueda desear, intentar y realizar, que este tesoro no
caiga en manos de una (persona) indigna, ni la manifestará a un ignorante, ni a uno que no
tenga temor de Dios, y que si lo hace de otra manera, ruego a Dios que nunca logre el fin
deseado”. Y de esta manera él depositó la Clave, que Salomón había preservado, en el cofre
de marfil. Pero las palabras de la Clave son como siguen, divididas en dos libros, y
presentadas en orden.

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